Su belleza era indiscutible y su exquisita voz era un bello tormento, el ir y venir de las olas es un arrullo más, mientras estamos recostados en la arena no puedo pensar en otra cosa que no sea su voz, ni siquiera me importa el choque de su fino cuchillo contra mi piel, mientras la bella sirena siga cantando yo seguiré aguantando.